- 20 enero, 2014
- Categorias: Empresas, Legal
Mucho se ha escrito ya a estas alturas sobre la empresa familiar y la necesidad de regular sus relaciones, objetivos, etc.. a través de un Protocolo Familiar.
En cambio, poco se dice en cuanto a que es necesario, y si se me permite, imprescindible, que cualquier empresa familiar cuente con la ayuda de un asesor externo.
Es sabido que la gran mayoría de empresas de este tipo, adolecen de una serie de aspectos, que perjudican gravemente el crecimiento e incluso la continuidad de la empresa, como podría ser la confusión de patrimonios, estructuras empresariales poco eficientes y fiscalmente muy caras, etc… Pero existe otro aspecto, no menos importante que incide directamente en la gestión de la empresa, y es precisamente su falta de profesionalización.
Los órganos de gobierno de una empresa, esto es, la Junta General y el Órgano de Administración, en la práctica, y sobre todo tratándose de empresas familiares, no cumplen las funciones que deben necesariamente desempeñar, ya que casi nunca se reúnen para discutir temas, ni tomar decisiones, limitándose a que alguien les hace llegar un acta, y simplemente la firman, lo que evidencia una falta grave de comunicación; y a mayor abundamiento, los cargos en puntos clave de la empresa, acostumbran a estar ocupados por miembros de la familia, por el mero hecho de ser familia, no por sus conocimientos de gestión y dirección, lo que conlleva, casi siempre, al fracaso de la empresa.
Los cargos de gestión y dirección deben ser ocupados por personas con capacidad para desempeñar dicha labor, sea miembro de la familia o no. Son funciones que debe desempeñar un profesional. Si este profesional, además es miembro de la familia, lo mejor es que sea él quien ocupe dicho cargo. Pero si en los componentes de la familia, no existe, lo mejor y más acertado es buscarlo fuera, buscar a un asesor EXTERNO.
Por lo tanto, en muchas empresas familiares, la falta grave de comunicación entre los miembros de la familia que forman parte de la empresa, y la falta de profesionalización de sus miembros, hace que sea necesario la elaboración de un PROTOCOLO FAMILIAR para asegurar, de algún modo, la continuidad y longevidad de la empresa.
Pero, ¿quien es el asesor externo?, ¿qué funciones realiza?; pues bien, tratándose de que debe elaborarse un protocolo familiar, el asesor externo, es el que debe ayudar a la familia (que forma parte de la empresa) a implantar y mantener una cultura de comunicación entre los miembros de la familia para poder dar solución a los problemas, y ello obedeciendo a un principio claro de objetividad; debe procurar el entendimiento entre los miembros de la familia, que exista comunicación entre ellos; identificar los puntos de conflicto, y proporcionales propuestas de solución. Es claro y evidente, que para ello, el asesor externo debe ganarse su confianza.
No se trata de redactar un documento denominado Protocolo Familiar y ya está, el asesor externo debe conseguir que se instaure esa comunicación entre los miembros de la familia, y que con sus conocimientos y criterios objetivos, se negocien y se plasmen finalmente en dicho documento las futuras directrices de la empresa.
El asesor externo, atiende a la familia en tanto empresaria, no defiende los intereses de unos respecto al resto.
Las acciones que deben emprender los miembros de la familia empresaria, guiados y asesorados por el asesor externo, y que finalmente se plasmaran en el Protocolo familiar deben tener como principal objetivo ordenar la familia y profesionalizar la empresa, para poder así garantizar la continuidad de la misma en manos de la familia actual y de las siguientes generaciones, y para proteger y aumentar el patrimonio familiar.
Silvia Sallarès
Directora Área Legal en JDA/SFAI