El autocontrol como forma del liderazgo consciente

 A los líderes siempre se les pide respuestas. Si bien el entorno actual nos lleva a desarrollar un formato más colaborativo y a entender que la era del líder visionario y sabio, ya pasó, la necesidad de tomar decisiones de manera casi permanente, es un generador de inestabilidad para el individuo.  De allí que sea necesario procurarse herramientas que fomenten el autocontrol y el equilibrio personal.

El éxito es un 20% capacidad y un 80% trabajar en una buena estrategia.  Y es precisamente en estrategias personales, en lo que tienen que trabajar aquellos líderes que quieran tener un rendimiento superior a la media. Las neurociencias nos han dado muchas herramientas para identificar dichas estrategias y una de las más relevantes es el AUTOCONTROL. Muchos estudios han comprobado que existe una relación directa entre en cerebro y el corazón.  Tanto el ritmo cardíaco como las ondas cerebrales que se producen en el lóbulo frontal derecho son coherentes ante las reacciones emocionales de un individuo. Sentirse frustrado o enojado, por ejemplo, denota un ritmo cardíaco incoherente que afecta las conductas del individuo.  Cuando el ritmo cardíaco es coherente, el individuo está más atento a las necesidades de los demás, es capaz de influenciar a otros y se relaciona mejor con su entorno.

¿Qué es lo que impide a los líderes tener una actitud colaborativa y que sigan anclados al modelo anterior? El “secuestro amigdalar”.  Así lo denominó Daniel Goleman en el libro “Inteligencia Emocional”. La amígdala es una parte del cerebro que se relaciona con su sistema emocional y que cuando se activa prepara a nuestro cuerpo para reaccionar ante determinados estímulos.  Por eso, al perder el control, el individuo puede sentir taquicardia, tensión muscular, se dilatan sus pupilas o se agita su respiración. El “secuestro amigdalar” puede producirse debido a una explosión de ira, a un sentimiento de miedo muy grande o a la reacción que se tiene al sentir celos, por mencionar algunos casos. Cuando esto sucede, las personas son capaces de reaccionar como nunca se hubiera esperado que lo hicieran a punto tal que luego se sentirán arrepentidas de dichos comportamientos.

Para evitarlo, es necesario que los líderes trabajen su autocontrol con técnicas y hábitos que les ayudarán a evitar ese “secuestro amigdalar” que tantas veces se produce al recibir un mail con una respuesta inesperada o en una reunión de feedback donde no se comparte la visión de quien está evaluando su comportamiento y los resultados obtenidos. Muchas de estas técnicas forman parte de nuestros Programas de Liderazgo con los que ayudamos a mejorar el performance de los individuos que quieren destacar en un mercado altamente competitivo.

 

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JDA/SFAI

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