- 18 febrero, 2025
- Categorias: Fiscal, Opinión

El concepto de «trabajador autónomo» o «trabajador por cuenta propia» engloba a un colectivo amplio y diverso de personas físicas que ejercen su actividad económica a título personal.
Según datos del Ministerio de Trabajo, en 2024 el número de autónomos en España supera los 3,3 millones, una cifra que ha experimentado un crecimiento constante en los últimos años. Todos los autónomos están integrados en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA), pero este colectivo presenta una gran heterogeneidad en cuanto a derechos, prestaciones, impuestos y bases de cotización.
Dentro del RETA, se distinguen cinco categorías principales: autónomos convencionales, freelance o profesionales independientes, autónomos societarios, autónomos económicamente dependientes (TRADE) y autónomos agrarios.
En este artículo, nos centraremos en la figura del autónomo societario, analizando sus particularidades fiscales y sobre todo legales.
El autónomo societario: definición y características
La principal diferencia entre un autónomo tradicional y un autónomo societario radica en la estructura de su actividad. Mientras que el primero opera como persona física, el autónomo societario desarrolla su negocio a través de una sociedad mercantil, lo que le permite separar su patrimonio personal del empresarial.
Los autónomos societarios tienen obligaciones fiscales y legales específicas, y están sujetos a una cotización a la Seguridad Social más elevada que los autónomos tradicionales. A nivel general, se considera autónomo societario aquel trabajador que constituye una sociedad mercantil, en cualquiera de sus manifestaciones, para desempeñar su actividad por cuenta propia.
¿Cuándo es obligatorio ser Autónomo Societario?
No todos los socios de una empresa están obligados a registrarse como autónomos. En el caso de una Sociedad Limitada, esta obligación solo aplica si se cumple alguno de los siguientes criterios:
- Control efectivo: quienes posean al menos el 25% del capital de la sociedad y ejerzan funciones directivas dentro de la misma. En el caso de no alcanzar el 25% de las participaciones, es posible afiliarse al Régimen General asimilado (sin derecho a desempleo ni al Fondo de Garantía Salarial o Fogasa).
- Participación en el capital: quienes cuenten con un mínimo del 33 % de participación en la empresa y trabajar en ella activamente.
- Acumulación de participaciones: quienes posean al menos el 50 % del capital, sumando a sus participaciones las de su cónyuge y sus familiares por consanguinidad, afinidad o adopción hasta el segundo grado, siempre que conviva con ellos.
- Mayoría del capital: quienes posean el 50% o más del capital de la empresa.
En función de estos criterios, podemos distinguir dos tipos de autónomos societarios:
- Autónomos con control efectivo: Aquellos que ejercen funciones de administración o dirección en la sociedad.
- Autónomos sin control efectivo: Aquellos cuya responsabilidad está más limitada, al no tener un papel directivo en la gestión de la empresa.
Responsabilidad limitada del autónomo societario
Uno de los principales beneficios de operar como autónomo societario es la limitación de la responsabilidad. En estructuras societarias como una Sociedad Limitada (SL) o una Sociedad Anónima (SA), la persona jurídica asume las obligaciones frente a terceros, protegiendo el patrimonio personal del autónomo. Sin embargo, esta protección no es absoluta: en casos de mala gestión, negligencia o fraude, el autónomo societario podría responder personalmente con su patrimonio. No obstante, si el autónomo no tiene control efectivo sobre la sociedad, su responsabilidad queda completamente limitada, sin riesgo para sus bienes personales.
Existen diversas herramientas legales y financieras para reducir y prevenir la responsabilidad del autónomo societario y/o del administrador de la compañía. Algunas de las medidas más efectivas incluyen:
1. Compliance Penal
Con la introducción de la responsabilidad penal de la persona jurídica en 2015, las sociedades pueden ser declaradas responsables de ciertos delitos penales. En estos casos, los accionistas y/o administradores podrían verse afectados por dichas responsabilidades.
Los empresarios deben ser conscientes de que cualquier delito cometido por un empleado en el desarrollo de su actividad empresarial puede comprometer su patrimonio e incluso su libertad. Por ello, es imprescindible contar con un programa de Compliance Penal, que ayude a delimitar y mitigar la responsabilidad penal ante cualquier contingencia legal. Este mecanismo permite demostrar la diligencia debida y prevenir sanciones tanto para la empresa como para sus responsables.
2. Seguro para Administradores y Directivos (D&O)
Este seguro de Responsabilidad Civil para Administradores y Directivos (D&O) pretende proteger a los miembros del órgano de administración de una sociedad, así como a aquellos empleados que ocupan cargos de dirección.
Su finalidad es limitar la responsabilidad patrimonial personal, cubriendo posibles reclamaciones por daños causados en el ejercicio de su actividad profesional.
Estos tipos de seguros puede incluir:
- Cobertura frente a demandas por gestión negligente.
- Defensa legal y costes judiciales.
- Indemnizaciones derivadas de sentencias o acuerdos extrajudiciales.
Bases de cotización del autónomo societario
Uno de los aspectos clave es el sistema de cotización basado en los rendimientos netos. La base de cotización se calcula sobre los ingresos reales, es decir, los ingresos menos los gastos deducibles.
La cuota mensual depende de la base de cotización elegida y el tipo de cotización aplicable. Con la base mínima de cotización más elevada para autónomos societarios, la cuota mínima mensual tiende a ser más alta que para los autónomos tradicionales. Esto significa que un autónomo societario, incluso cotizando en la base mínima, pagará más que un autónomo que no tiene participación en una Sociedad.
Jubilación del autónomo societario
Para acceder a la pensión de jubilación entre los 65 y 67 años, dependerá de los años cotizados. Es necesario haber cotizado al menos 15 años, pero solo quienes hayan cotizado más de 38,5 años podrán jubilarse a los 65; de lo contrario, deberán esperar hasta los 66- 67.
En comparación con los autónomos individuales, la base de cotización mínima del autónomo societario es de 1.000 euros, mientras que la de los no societarios es de 950,98 euros. Sin embargo, la base de cotización final dependerá de los ingresos reales, siempre respetando esos mínimos establecidos.
Remuneración del autónomo societario
Uno de los aspectos que genera más dudas es cómo debe recibir su remuneración el autónomo societario. Ello no se elige, sino que dependerá de la relación entre el Autónomo y la Sociedad. En primer lugar, habrá que diferenciar entre:
- Si se trata de un socio que trabaja como profesional para la sociedad (es decir, su actividad puede enmarcarse en la Sección Segunda de las Tarifas del Impuesto sobre Actividades Económicas), actividades de carácter profesional y no empresarial o comercial (como por ejemplo, abogado, ingeniero, economista, arquitecto….), estará obligado a darse de alta como autónomo societario y a emitir facturas.
En este caso, la factura llevará IVA si la actividad se desarrolla de manera independiente. - En el resto de los casos, podrá recibir una nómina desde la Sociedad, considerando de esta forma rendimientos del trabajo.
El autónomo societario es una figura que combina la inversión en una sociedad mercantil con la obligación de cotizar en el RETA. Esta modalidad ofrece ventajas significativas, como la limitación de la responsabilidad y la posibilidad de acceder a bases de cotización más altas para mejorar las prestaciones futuras. Sin embargo, también implica obligaciones fiscales y legales específicas, así como una mayor carga contributiva.
Es fundamental que los autónomos societarios conozcan en detalle las bases de cotización, las herramientas disponibles para la limitación de sus responsabilidades y las obligaciones fiscales para garantizar una correcta planificación financiera. Con una gestión adecuada y el asesoramiento profesional necesario, el autónomo societario puede maximizar los beneficios de esta figura y minimizar los riesgos asociados.
Si quieres conocer más sobre las ventajas y desventajas del autónomo societario, te invitamos a leer nuestro artículo detallado «Autónomo Societario: Ventajas y Desventajas frente a otras formas jurídicas«, donde analizamos en profundidad sus implicaciones fiscales, legales y laborales.
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