Diversifique sus fuentes de financiación

Durante buena parte de la década de 1990 y hasta la emergencia de la crisis financiera en agosto de 2007, el crédito ha experimentado un crecimiento muy significativo, alentado por el relativamente reducido coste de la financiación.

No obstante, tras el estallido de la crisis financiera global, en que confluyeron varias tendencias entre las que destacan el final de un ciclo inmobiliario expansivo, el final un ciclo expansivo en el mercado de valores, el final de un ciclo expansivo de demanda y un exceso de capacidad productiva industrial, que dieron lugar a una tormenta perfecta, el crédito al sector privado ha disminuido de forma considerable, además de  por la terrible voracidad de los déficits públicos, dando lugar a severos problemas a las pequeñas y medianas empresas que no consiguen crédito para financiar sus actividades, tal como lo venían haciendo hasta el momento.

El sector financiero ha venido realizando una restructuración de importantísimo calado, corrigiendo el exceso de capacidad del sector, preservando la estabilidad financiera a largo, viendo como desaparecen un buen número de bancos y las cajas de ahorro.

Aunque las entidades están capitalizadas y los procesos de ajuste en marcha, no están plenamente concluidos. Todavía se encuentra pendiente de solventar la venta de dos grandes cajas de ahorros (Novacaixa Galicia y Catalunya Banc), alguna que otra absorción y devolver a manos privadas a Bankia. Todo ello con un  fuerte coste para los contribuyentes. No obstante, y a pesar de haber superado una de las pruebas más difíciles, no nos podemos dar por satisfechos hasta que Europa no cierre su proyecto de unión bancaria y en el caso de España, hasta que no empiece a fluir el crédito a las pymes y familias.

La falta de crédito, no obstante, viene influenciada por múltiples variables:

En primer lugar, el crowding out o efecto expulsión  en la que el Estado acapara la mayor parte del crédito disponible en la economía en detrimento del sector privado, quedando éste expulsado del mercado sin posibilidad de obtener financiación.

En segundo lugar, la propia  insolvencia del sector privado. Actualmente el sector privado (empresas y familias) se encuentra en pleno proceso de desapalancamiento, como consecuencia del exceso de endeudamiento con el que llegaron hasta aquí.

La deuda del conjunto de las familias españolas se incrementó considerablemente en los últimos 10 años, llegando al máximo histórico, en 2008 de  913.385 millones. Dada la disminución de la renta de las familias, el proceso de desendeudamiento es muy lento, por lo que no se prevé que en los próximos años las familias aumenten la demanda de crédito ni los bancos suavicen sus condiciones de concesión,  debido básicamente a que en este momento están soportando las tasas de morosidad más altas de la historia. Con las empresas sucede lo mismo. En 2008, alcanzaron un volumen de deuda de 1.474.178 millones de euros y su desendeudamiento lo está siendo a un ritmo muy lento. Hasta que los niveles de deuda no vuelvan a cifras más adecuadas, el crédito seguirá restringido.

Y, finalmente, la descapitalización del sistema bancario que se descapitalizó a un ritmo alarmante, con unas pérdidas que se estiman en 312.000 millones de euros, que le ha llevado al proceso de restructuración antes mencionado.

Al proceso de restructuración, hay que añadirle los requisitos de la nueva regulación bancaria (Basilea III), que de forma gradual, va a exigirle a los bancos mayor solvencia en relación al importe de sus créditos, y por tanto, mayores necesidades de capital, lo que permite pensar que, a corto, el crédito no es probable que aumente.

Los bancos dicen que el crédito no fluye porque no hay demanda sana, además de las restricciones de las nuevas normativas sobre capital, provisiones y refinanciaciones. I cada vez habrá menos demanda sana, si no existe crédito. Un pez que se muerde la cola.

En la última encuesta del Banco Central Europeo (BCE) sobre el acceso de las pymes de la eurozona a la financiación, las españolas decían que la falta de crédito era el principal problema para el 25% de ellas frente al 16% de la media europea. Solo las pymes griegas superan a las españolas en este asunto. El 31% de las pymes españolas declara que la disponibilidad de crédito bancario ha empeorado en los últimos seis meses, frente al 22% de las pymes europeas.

El último dado sobre el crédito hasta julio incluido es que se ha reducido en 27.082 millones sobre el mes anterior y acumula una caída del 13% desde julio de 2012. El crédito global alcanza los 1,49 billones en julio frente a los 1,716 billones de hace un año.

Otro elemento a tener en cuenta también, es la excesiva concentración al crédito bancario por parte de las empresas españolas. Se estima que éstas dependen del crédito bancario en más del 80% de su financiación, mientras que en otros países, como estados Unidos,  la dependencia al crédito bancario es mucho menor (menos del 50%), porque existen otros mecanismos de financiación distintos al crédito bancario, de forma más habitual.

Por tanto, limitar la dependencia al crédito bancario, ampliando las fuentes de financiación en las empresas, parece un objetivo razonable. Debemos buscar y poner en práctica otros tipos de financiación para ganar en equilibrio y no depender exclusivamente de una sola fuente de financiación.

Para ello, cabe distinguir entre necesidades permanentes, necesidades a largo y necesidades a corto.

Para necesidades de capital permanente, deberíamos de pensar en fuentes de financiación más cercanas al capital social de la compañía, a través de fondos, fondos de capital-riesgo, Bussines Angels, o cualquier forma de captación de capital.

Para necesidades financieras a largo, existen programas de financiación en Instituciones Públicas y privadas. Nuestra experiencia  es buena con Entidades como el Institut Català de Finances (ICF) con quien mantenemos un convenio,  así como también con otras Instituciones similares.

Para necesidades financieras a corto, además de la Banca tradicional,  existen canales de financiación a corto, bajo los principios del crowdfunding, que ofrecen líneas de crédito, descuento de pagarés y préstamos hasta 60 meses. El crowdfunding consiste en la financiación a empresas, proyectos o personas por un gran número de inversores, en lugar de por un único o un número limitado de inversores. También mantenemos convenios en esta modalidad, y realiza trabajos de rating y de asesoramiento y asistencia para empresas que precisen financiación, colaborando en la preparación de la memoria y dando consejos sobre  estructuras óptimas de financiación en escenarios a corto, medio y largo plazo.

Durante buena parte de la década de 1990 y hasta la emergencia de la crisis financiera en agosto de 2007, el crédito ha experimentado un crecimiento muy significativo, alentado por el relativamente reducido coste de la financiación.

No obstante, tras el estallido de la crisis financiera global, en que confluyeron varias tendencias entre las que destacan el final de un ciclo inmobiliario expansivo, el final un ciclo expansivo en el mercado de valores, el final de un ciclo expansivo de demanda y un exceso de capacidad productiva industrial, que dieron lugar a una tormenta perfecta, el crédito al sector privado ha disminuido de forma considerable, además de  por la terrible voracidad de los déficits públicos, dando lugar a severos problemas a las pequeñas y medianas empresas que no consiguen crédito para financiar sus actividades, tal como lo venían haciendo hasta el momento.

El sector financiero ha venido realizando una restructuración de importantísimo calado, corrigiendo el exceso de capacidad del sector, preservando la estabilidad financiera a largo, viendo como desaparecen un buen número de bancos y las cajas de ahorro.

Aunque las entidades están capitalizadas y los procesos de ajuste en marcha, no están plenamente concluidos. Todavía se encuentra pendiente de solventar la venta de dos grandes cajas de ahorros (Novacaixa Galicia y Catalunya Banc), alguna que otra absorción y devolver a manos privadas a Bankia. Todo ello con un  fuerte coste para los contribuyentes. No obstante, y a pesar de haber superado una de las pruebas más difíciles, no nos podemos dar por satisfechos hasta que Europa no cierre su proyecto de unión bancaria y en el caso de España, hasta que no empiece a fluir el crédito a las pymes y familias.

La falta de crédito, no obstante, viene influenciada por múltiples variables:

En primer lugar, el crowding out o efecto expulsión  en la que el Estado acapara la mayor parte del crédito disponible en la economía en detrimento del sector privado, quedando éste expulsado del mercado sin posibilidad de obtener financiación.

En segundo lugar, la propia  insolvencia del sector privado. Actualmente el sector privado (empresas y familias) se encuentra en pleno proceso de desapalancamiento, como consecuencia del exceso de endeudamiento con el que llegaron hasta aquí.

La deuda del conjunto de las familias españolas se incrementó considerablemente en los últimos 10 años, llegando al máximo histórico, en 2008 de  913.385 millones. Dada la disminución de la renta de las familias, el proceso de desendeudamiento es muy lento, por lo que no se prevé que en los próximos años las familias aumenten la demanda de crédito ni los bancos suavicen sus condiciones de concesión,  debido básicamente a que en este momento están soportando las tasas de morosidad más altas de la historia. Con las empresas sucede lo mismo. En 2008, alcanzaron un volumen de deuda de 1.474.178 millones de euros y su desendeudamiento lo está siendo a un ritmo muy lento. Hasta que los niveles de deuda no vuelvan a cifras más adecuadas, el crédito seguirá restringido.

Y, finalmente, la descapitalización del sistema bancario que se descapitalizó a un ritmo alarmante, con unas pérdidas que se estiman en 312.000 millones de euros, que le ha llevado al proceso de restructuración antes mencionado.

Al proceso de restructuración, hay que añadirle los requisitos de la nueva regulación bancaria (Basilea III), que de forma gradual, va a exigirle a los bancos mayor solvencia en relación al importe de sus créditos, y por tanto, mayores necesidades de capital, lo que permite pensar que, a corto, el crédito no es probable que aumente.

Los bancos dicen que el crédito no fluye porque no hay demanda sana, además de las restricciones de las nuevas normativas sobre capital, provisiones y refinanciaciones. I cada vez habrá menos demanda sana, si no existe crédito. Un pez que se muerde la cola.

En la última encuesta del Banco Central Europeo (BCE) sobre el acceso de las pymes de la eurozona a la financiación, las españolas decían que la falta de crédito era el principal problema para el 25% de ellas frente al 16% de la media europea. Solo las pymes griegas superan a las españolas en este asunto. El 31% de las pymes españolas declara que la disponibilidad de crédito bancario ha empeorado en los últimos seis meses, frente al 22% de las pymes europeas.

El último dado sobre el crédito hasta julio incluido es que se ha reducido en 27.082 millones sobre el mes anterior y acumula una caída del 13% desde julio de 2012. El crédito global alcanza los 1,49 billones en julio frente a los 1,716 billones de hace un año.

Otro elemento a tener en cuenta también, es la excesiva concentración al crédito bancario por parte de las empresas españolas. Se estima que éstas dependen del crédito bancario en más del 80% de su financiación, mientras que en otros países, como estados Unidos,  la dependencia al crédito bancario es mucho menor (menos del 50%), porque existen otros mecanismos de financiación distintos al crédito bancario, de forma más habitual.

Por tanto, limitar la dependencia al crédito bancario, ampliando las fuentes de financiación en las empresas, parece un objetivo razonable. Debemos buscar y poner en práctica otros tipos de financiación para ganar en equilibrio y no depender exclusivamente de una sola fuente de financiación.

Para ello, cabe distinguir entre necesidades permanentes, necesidades a largo y necesidades a corto.

Para necesidades de capital permanente, deberíamos de pensar en fuentes de financiación más cercanas al capital social de la compañía, a través de fondos, fondos de capital-riesgo, Business Angels, o cualquier forma de captación de capital.

Para necesidades financieras a largo, existen programas de financiación en Instituciones Públicas y privadas. Nuestra experiencia  es buena con Entidades como el Institut Català de Finances (ICF) con quien mantenemos un convenio,  así como también con otras Instituciones similares.

Para necesidades financieras a corto, además de la Banca tradicional,  existen canales de financiación a corto, bajo los principios del crowdfunding, que ofrecen líneas de crédito, descuento de pagarés y préstamos hasta 60 meses. El crowdfunding consiste en la financiación a empresas, proyectos o personas por un gran número de inversores, en lugar de por un único o un número limitado de inversores. También mantenemos convenios en esta modalidad, y realiza trabajos de rating y de asesoramiento y asistencia para empresas que precisen financiación, colaborando en la preparación de la memoria y dando consejos sobre  estructuras óptimas de financiación en escenarios a corto, medio y largo plazo.

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